Toda lista es una opinión. Me he divertido un montón haciendo esta, escribiendo sobre la música que más me ha gustado este año. Me he dejado fuera muchísimos grupos, pero al menos me alegro de terminarla con dos propuestas que considero imprescindibles del 2011. Si conoces a los de la foto, ya no hay mucho secreto tras el salto. Pero igual te animo a hacerlo!

2 Steven Wilson – Grace For Drowning

Que Steven Wilson es un genio de la producción sonora es algo que no hace falta defender demasiado. Sólo hay que ver su currículum y aplaudir. Pero lo interesante es que, con su trayectoria, sea capaz todavía de sorprender y superarse a sí mismo como compositor y como productor de su propio trabajo.

La faceta más conocida de Steven Wilson es como líder de Porcupine Tree, uno de los mejores grupos de rock progresivo en la actualidad. Pero su abanico es inmenso. Proyectos paralelos: Storm Corrosion, No-Man, Blackfield… Como productor o ingeniero de sonido ha trabajado con Opeth, Anathema y otros. Pero quizá para entender su último disco hay que mirar a King Crimson. El mítico grupo encargó hace poco al bueno de Steven la remasterización del On the Court of the Crimson King (1969).

Este clásico del rock progresivo y psicodélico ha redescubierto en Wilson la pasión por cierta fusión que parecía perdida en la música rock actual. La influencia del jazz, el uso de vientos y metales, la libertad instrumental se encontraron en su oscura conciencia con el rock denso y opresivo que se encuentra, por ejemplo, en Anesthetize, la monumental pieza de 17 minutos que resume el Fear of a Blank Planet (Porcupine Tree).

En su primer trabajo en solitario, Insurgentes, se notaba que Wilson había tirado de descartes de otros proyectos. Y aún así era un disco magnífico. Pero en Grace For Drowning hay una idea, hay un trabajo de composición preciso. Y además hay inspiración, quizá una inspiración que Wilson no encontraba desde hace diez años, cuando despachó su mejor trabajo con Porcupine Tree (In Absentia).

En Grace For Drowning encontramos un trabajo largo (dos discos) y complejo, pero a la vez accesible. No es difícil de escuchar. Las melodías no se alejan del pop melancólico de Blackfield o Radiohead, pero éstas se aderezan de fraseos jazzeros, de guitarras a veces delicadas y a veces violentas, de efectos atmosféricos y coros penetrantes.

Temáticamente es un álbum oscuro, desde su portada hasta los temas tratados. No es novedad: Wilson se siente atraído y es consumidor activo de literatura sobre asesinos en serie. Dice que compone sobre ello porque no lo entiende, intenta acercarse a semejantes comportamientos fronterizos para intentar hallar sentido a un mal que también detecta en sí mismo.

La obsesión por entender el mal le hace ponerse en ese papel, como sucede en la inquietante Index. Porque los coleccionistas siempre han dado miedo.

Musicalmente no hace falta decir que se trata de una maravilla. Wilson se ha superado, tras mostrar cierto estancamiento en Porcupine Tree, parece haberse liberado gracias a toda esta herencia procedente del progresivo de los 70. Es un disco que recuerda a King Crimson, a Genesis, a Rush, a Pink Floyd, pero a la vez se impregna de la personalidad y la dureza de Trent Reznor o Mikael Aerktfeld. Como fan de Porcupine Tree ahora le exigiré más a SW: se ha puesto el listón muy alto.

1 Bon Iver – Bon Iver

Justin Vernon apareció en 2007 con un álbum intimista, de esencia lo-fi, melancólico y desgarrador, compuesto tras una ruptura amorosa. Eso era For Emma, Forever Ago, un trabajo que se sostenía en la lividez instrumental y la pasión de su voz enmarcado en una cabaña de madera en Wisconsin. Han pasado casi cuatro años, en los que el artista pasó por una crisis creativa que retrasó el lanzamiento de un segundo disco que muchos esperaban tras su brillante debut.

Pero quizá no muchos esperaban este disco. Bon Iver no repite fórmula. Quizá si parte de unas estructuras similares: canciones con letras crípticas, muy emocionales, y estructuras folk. Pero lo mejor es que abandona ese sonido casi descuidado para rodearse de arreglos musicales que elevan sus canciones a niveles muy superiores a los de su primer trabajo.

Bon Iver, el disco, es breve (37 minutos) pero inmenso. En cada canción hay secretos, arreglos cuidados. Para cualquier músico, escuchar este disco será una delicia. A veces vientos, otras veces teclados, o guitarras, o voces, o percusiones, o todo a la vez. Pero siempre equilibrado, siempre a favor de la canción y nunca quitando protagonismo a la sensación que desea provocar.

Como su portada, es un disco lleno de matices pero que busca un equilibrio. Así como hay un gusto inmenso en la instrumentación que acompaña cada canción, se percibe el mismo cuidado en la aparición de coros, con melodías más accesibles (Holocene, Calgary) y controlados impulsos emocionales (Perth, Towers).

Temáticamente, se trata de un disco de sensaciones variadas. Los títulos de las canciones parecen sugerir lugares, pero el mismo Vernon se ha encargado de aclarar que no se trata de canciones dedicada a esto sitios ni compuestas allí, sino referencias que han de entenderse de una forma más amplia.

Towers expresa cierto asombro ante el enamoramiento y sus efectos difíciles de entender y más difíciles de procesar, y las consecuencias de la pasión adolescente.

Las complicaciones en las relaciones aparecen en varias canciones, entre ellas la magnífica Calgary. En ella, Vernon expresa cierto desconcierto ante la posibilidad de que un amor que parecía indisoluble de repente se resquebraja.

La única que huye del título lugareño es Holocene, que se refiere a un tiempo histórico, a nuestra era. Y esa es la canción en la que, entre enigmáticos recuerdos de un incendio casero, Vernon proclama la esencia del disco: “And once I knew I was not magnificent”. Asombro ante cierta inmensidad incomprensible que transmite en esta delicada canción.

En fin, cada canción tiene su historia, su fondo, su curiosidad y su sentimiento. Un disco inolvidable y que aún después de escucharlo tantas veces sigo disfrutando.

Llegamos así al final de la lista, que ha quedado de la siguiente manera:

1. Bon Iver – Bon Iver

2. Steven Wilson – Grace For Drowning

3. The Decemberists – The King Is Dead

4. Florence + The Machine – Ceremonials

5. The Black Keys – El Camino

6. My Dear Flotsam – Manalive

7. Beirut – The Rip Tide

8. Radiohead – The King Of Limbs

9. Foo Fighters – Wasting Light

10. Wilco – Art of Almost

11. Girls – Father, Son, Holy Ghost

12. Gungor – Ghosts upon the earth

13. The Captain & Me – Migrant

14. Amplifier – The Octopus

15. Explosions in the sky – Take care, take care, take care

16. Lenny Kravitz – Black and White America

17. Noel Gallagher’s High Flying Birds – Noel Gallagher’s High Flying Birds

18. Feist – Metals

19. Adele – 21

20. The Strokes – Angles

21. Fleet Foxes – Helpessness Blues

22. Beady Eye – Different Gear, Still Speeding

23. Blindside – With shivering hearts we wait

24. The Joy Formidable – The Big Roar

25. My Morning Jacket – Circuital

26. Brooke Fraser – Flags

27. The Pains of Being Pure at Heart – Belong

28. The Vaccines – What did you expect from The Vaccines?

Y ya sabéis que la cosa fue por bloques:

Del 3 al 5

Del 6 al 8

Del 9 al 13

Del 14 al 18

Del 19 al 23

Del 24 al 28

Ha sido, sin duda, un gran año. Para el recuerdo, os queda mi lista de Spotify. ¡Que la disfrutéis!